Reseña: La Firma de todas las Cosas

Primero que nada: ¡Feliz Día a Todas las mujeres!

Queríamos dedicar ésta reseña a todas nosotras, surgió por la iniciativa Tarro-Libros 2016, pero por una cuestión de tiempo no pudimos subirla a tiempo,  de todas formas aquí está, y con gusto les presentamos a un personaje increíble! 

En los albores de un nuevo siglo, en un invierno característico de Filadelfia, nace Alma Whittaker. Su padre, Henry Whittaker, es un explorador botánico audaz y carismático cuya vasta fortuna oculta unos orígenes humildes: comenzó como un ladronzuelo en los jardines Kew de sir Joseph Banks y de grumete a bordo del Resolution del capitán Cook. La madre de Alma, una estricta holandesa de buena familia, sabe tanto de botánica como cualquier hombre. Niña independiente, con una sed de conocimientos insaciable, Alma no tarda en adentrarse en el mundo de las plantas y de la ciencia. Sin embargo, a medida que el minucioso estudio de los musgos la acerca más y más a los misterios de la evolución, el hombre al que ama la arrastra en la dirección opuesta: al mundo de lo espiritual, lo divino y lo mágico. Ella es una científica de mente despejada; él es un artista utópico. Pero lo que une a esta pareja es la pasión compartida por el saber: el desesperado deseo de comprender cómo funciona el mundo, de qué están hechos los mecanismos de la vida. "La firma de todas las cosas" es una novela grandiosa que narra la historia de un siglo grandioso. Recorre todo el mundo, desde Londres hasta Perú, Filadelfia, Tahití o Ámsterdam. Habitada por personajes extraordinarios (misioneros, abolicionistas, aventureros, astrónomos, capitanes de mar, genios y locos), cuenta, por encima de todo, con una heroína inolvidable: Alma Whittaker, una mujer de la Ilustración que se yergue desafiante en la cúspide de la era moderna.

La firma de todas las cosas nos narra la hermosa historia de Alma Whittaker, desde su extravagante niñez en la gran mansión botánica de su padre, su estricta educación y su posterior revelación contra lo que la sociedad del s. XIX creía correcto.

Portadas preciosas...

Lo único que despierta la pasión de Alma es el estudio de sus plantas y sus ensayos; no busca ser una sumisa ama de casa ni mucho menos, su verdadero sueños es ampliar su conocimiento y hacer un gran descubrimiento de aquellas vidas de hojas verdes que la acompañaron toda su vida.

Alma es una heroína con todas las letras, considerada a su misma una mujer fea se descubre a sí misma en la soledad de los sueños como una mujer de ciencia.


Una de las partes que más me gustó del libro es su infancia, alejada de los otros niños y recluida en las grandes tierras de su padre, recorriendo los bosques cargada de frasquitos de vidrio ya a una tierna edad para capturar muestras de la naturaleza. Pero más adelante, con la llegada de una hermana al parecer perfecta, comienzan a acecharle las inseguridades cotidianas a las que antes su sed de conocimiento no habían dado lugar ¿Se casará?¿Será muy importante su aspecto?¿Sus actitudes son las correctas de una señorita? Creo que los claros-oscuros del personaje la vuelven muy humana y creíble, y la tensa relación de envidia que tiene con Prudence nos acosa como una piedra en el pecho hasta casi el final.

Como no podía faltar está la historia de amor con Ambrose Pike, un joven bohemio que se dedica a pintar orquídeas, que aunque no me termino de convencer es algo que cambia la forma de pensar de nuestra personaje y el rumbo de su vida; pero creo que falla su aparición en la sinopsis, ya que nos hace pensar que nos encontraremos con una relación típica siendo que se trata (sin entrar en detalles) en algo más agridulce y cargado de un recorrido por el autoconocimiento.

Un punto fuerte del libro es el final, que nos termina de cerrar con una mujer impresionante, de cómo Alma superó las adversidades de su propio corazón y de las esperanzas de una sociedad injusta con su sexo.

"Permiteme mostrarte lo que quiero decir cuando digo que la naturaleza, en su infinidad, no siente interés alguno en los limites de nuestras imaginaciones mortales. Permiteme mostrarte que podemos hablarnos sin palabras ni discusiones. Creo que hay suficiente amor y afecto entre nosotros, mi querida amiga, para lograr este objetivo. Siempre he esperado encontrar a alguien con quien comunicarme en silencio. (...)
-¿Qué deseas de mi?- preguntó Alma.
-Dese que escuches mi mente y mi espíritu. Y deseo que escuches los tuyos"