El Sueño de las Antillas
Carmen Santos
Año 1858.
Tarde otoñal en un puerto de las Asturias. Valentina, sentada en el puerto admira el paisaje plena de ilusión con la imagen ante sus ojos que su marido lleva contándole año tras año...
Cansados de vivir sirviendo a grandes señores
idearon un viaje a una isla donde nunca hace frío, donde el azúcar brota de la
misma tierra y pueden hacerse ricos rápidamente.
Juntos partirán en pos de una maravillosa
quimera , el viaje de las Antillas.
Bergantín de pasajeros. Circa 1855
Como emigrantes en el bergantin "Gran Antilla" pronto descubrieron que la vida a bordo era monótona y regida por la tiránica
figura de un capitán escocés, al que temían tanto pasajeros como los propios
tripulantes.
Siendo pasajeros de tercera categoría la falta
de agua dulce, el hacinamiento , la falta de comida y la suciedad hicieron que
Gervasio enfermera de tifus.
El capitán lo hizo encerrar aislado y
Valentina se negó rotundamente a dejarlo solo en la bodega donde se
almacenaban los víveres.
En esa triste situación se harán amigos del
médico de abordo que se compadecía de ellos y trataba de estar al tanto de la
enfermedad, contraviniendo las ordenes del capitán.
Llegaron , por fin a la Habana, Cuba. Valentina ya
viuda, y se dedicará a buscar trabajo ofreciendo sus servicios como mucama, empleo inexistente en la Cuba colonial por la enorme cantidad de esclavos africanos que saturaban el mercado laboral. Anémica y desfalleciente por los efectos del clima tropical, cae desmayada en plena calle, siendo rescatada por las pupilas de un burdel llamado L'Olimpe, bajo la implacable tutela de Madame Selene quien rebautiza a nuestra heroína como Calypso.
Calypso, cuadro de Henri Lehmann
Esta madame fanática de las historias griegas, se
convertirá en una buena amiga con el tiempo.
En la noche de San Silvestre conocerá a
Leopoldo Bazán quien cambiará su vida para siempre (como se dice siempre), porque
la enamorará y abandonará, preocupado solo por su vida egoísta.
Aquí solo comienzan los sinsabores de esta
mujer valerosa, valiente y carismática que se debate entre la traición, el
amor, y la venganza.
La historia tomará tintes de inolvidables
haciéndonos recordar a Lo que el Viento se Llevó, porque surge en momentos
convulsos, con guerras en medio y la sociedad y las clases pobres son muy bien
delineadas.
Con una narrativa fluida y clara, de lectura
rápida y fácil, entretiene tanto a hombres como a mujeres, nada fácil en una
novela histórica romántica.
Encontraremos el paisaje, la arquitectura y el
ámbito social de Cuba, contará mucho sobre la vegetación y las plantaciones de
azúcar y su negocio.Con pequeños retazos de historia colonial, la esclavitud y
las formas de vestir, hace mucho hincapié en la moda con corsés y criolina,
apuntando a la vida social en los salones y lugares de paseo.
Paseo del Prado, circa 1850
Párrafo aparte merece el final, que a mi me
impacto por lo inesperado.No lo veía venir por allí y me gusto mucho. Quédense
tranquilos que terminara bien peo nos demuestra que los hilos del destino son
impredecibles.
Como curiosidades que me encontré en la
lectura hubo términos que busque su significado, a saber.
Quitrín, que era un carruaje indígena que se
usaba para pasear o trasladarse.
El quitrín
Calesero, que era un hombre de color, mejor ataviado que el
resto, que a veces se lo utilizaba para
enviar los mensajes de amor, tal era la confianza depositada en el.
Se comentan dos libros , uno era Viajes a la
Habana y el gusto de la madame por la literatura griega que le regala el libro
de Ulises.
También se hará referencia a la historia de
Pigmalión y Galatea.
Otro término llamativo fue la hora de los
mameyes que significaba algo así como la hora de actuar con decisión y demostrar la inteligencia que se tiene.
También tiene otro significado , durante la toma de la habana por los ingleses en 1762, los habaneros dieron ese nombre a los soldados por la indumentaria que consistía en chaqueta rojo mamey y pantalón negro.
Ocupación británica de la Habana. Cuadro de Dominic Serrés
La Habana estaba rodeada por una muralla que protegía de piratas y corsarios y a las nueve de la noche se disparaba un cañoñazo para alertar que se cerrarian las puertas. Las nueve de la noche pasaron a ser la hora de los mameyes.
Espero que disfruten tanto como nosotras de esta historia de amor y aventura del siglo XIX.
Afectuosos saludobúhos!!!